Viajar en autostop es algo relativamente nuevo para mí, el año pasado crucé Rumanía de Oeste a Este y parte de Hungría, y este año hago camino de España a Grecia. En este momento que escribo llevo algo más de 3000 kilómetros, considérese que los kilómetros en autostop y por los Balkanes “pasan” más despacio: esperas entre coche y coche, carreteras de montaña o pequeñas, desvíos innecesarios, fronteras entre países y demás contratiempos; para hacer 150 kilómetros pueden transcurrir perfectamente 6 horas entre punto y punto. Hasta ahora he pasado por Francia, Italia, Eslovenia, Croacia, Montenegro, Bosnia, Serbia y hoy estoy de nuevo en algún punto de Montenegro ya que el coche que me cogió se desvió, por un malentendido, de la ruta que marqué aunque para ser honesta la decidí esta misma mañana y no me incomoda nada haberme desviado, pues me siento un poco cansada de tanta carretera día tras día. Así que con el cambio de ruta de hoy he acortado camino y ya no pararé ni en Kosovo ni en Albania como tenia pensado si no que estaré un par de días en Macedonia e iré directa a Grecia a reposar cuerpo y mente en alguna playa que me acoja.
Viajar en autostop es una experiencia que va más allá del viajar gratuitamente, es un crecimiento personal en cuanto a tener que aprender a convertir lo que puede ser “presión” en “comodidad”: sentirte cómoda con la incertidumbre de si te cogerán o no, cuando llegas a un lugar nuevo y donde no conoces absolutamente a nadie ni tienes una mínima referencia, cómoda sin saber el idioma local, cuando subes al coche de “un extraño” (aunque importante: tú también eres una extraña para ellos), cómoda cuando te dejan en mitad de la “nada”, cómoda cuando todos te miran como si fueras un marciano, etc. Esta es una práctica para despojarse de los miedos, significa estar alerta pero sin que la preocupación invada tu mente y tu cuerpo y es por eso un aprendizaje de gran valor para mí, es un ejercicio de auto-control y conocimiento.
Aunque la gran mayoría de mis experiencias han sido bonitas no voy a negar que al viajar sola siendo mujer han surgido también algunos “imprevistos” que me los reservaré para contarlos en otro momento, por ahora solo quería mostraros algunas imágenes de esta gran caja de sorpresas que es dejarte llevar sin rutas ni tiempos establecidos, este camino en el que como digo, en su mayoría, me han dado la mano, calor, compañía, muchas risas e incontable amor mientras he comido pizzas y helados en Italia, contemplado desde las montañas un sin fin de desérticas islas en Croacia, flotado en playas vírgenes de aguas transparentes en Montenegro, atravesado la increíble naturaleza de la verde y frondosa Bosnia y escuchado las trompetas de la música Balkan en Serbia… Quien se anime a venir por estas tierras estará en un acierto. No soy de hacer listas con rutas o lugares recomendados pero si alguien quisiera algún tipo de información estoy encantada de escribirnos por privado. Paz y amor.